MADRID 4 Jul. (EUROPA PRESS) –

El Consejo General de Colegios Farmacéuticos ha señalado que algunos antibióticos, determinados antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y ciertos agentes de quimioterapia son los fármacos que se asocian con mayor frecuencia con la aparición de reacciones alérgicas.

En el marco de la Semana Mundial de la Alergia, los farmacéuticos han advertido que, si bien cualquier medicamento puede provocar eventos adversos de tipo alérgico, hay algunos fármacos más propensos a ello. Aun así, han puntualizado que estas complicaciones solo se producen, en la práctica, en una pequeña parte de los pacientes.

Las reacciones alérgicas a medicamentos son raras, pudiendo afectar a entre el 0,01 y el 0,1 por ciento de pacientes tratados, o muy raras, afectando a menos del 0,01 por ciento de pacientes. No obstante, han remarcado que, ante cualquier sospecha de reacción, incluso las de carácter leve, debe consultarse con un profesional sanitario.

Respecto a los antibióticos, los betalactámicos, como las penicilinas o las cefalosporinas, pueden provocar reacciones de hipersensibilidad inmediata que se manifiestan como urticaria, angioedema o anafilaxia. Además, los pacientes alérgicos a penicilinas, como amoxicilina o cloxacilina, frecuentemente presentan alergia cruzada a otros antibióticos betalactámicos, como las cefalosporinas, por ejemplo, cefuroxima, cefixima o ceftriaxona.

En el caso de las sulfonamidas, otro tipo de antibiótico, pueden provocar reacciones cutáneas graves, mientras que los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), entre ellos, el ácido acetilsalicílico y el ibuprofeno, pueden producir urticaria, angioedema o anafilaxia e intensificar el asma. Asimismo, determinados agentes de quimioterapia pueden inducir reacciones de hipersensibilidad desde leves a graves.

En este punto, los farmacéuticos han añadido que los excipientes incluidos en la composición de los medicamentos, como la proteína de huevo, presente en algunas vacunas, también pueden suponer un riesgo en este sentido. Por ello, han animado a aquellas personas alérgicas a informar al médico previamente, aunque precisan que la cantidad de este tipo de sustancia es tan pequeña que no supone una contraindicación en personas alérgicas al huevo.

CÓMO ACTUAR ANTE LAS REACCIONES

Según han informado los profesionales, la dermatitis de contacto, la erupción cutánea maculopapular o el prurito son las formas más leves de reacciones alérgicas a medicamentos. En cambio, las reacciones graves, que implican riesgo para la vida del paciente y requieren tratamiento urgente, se pueden manifestar en forma de urticaria grave, broncoespasmo, hipotensión, desmayos, angioedema, dificultad respiratoria o hinchazón de labios y lengua.

El tratamiento variará en función de la gravedad de los síntomas. Si la reacción es leve, con evitar la administración del medicamento y consultar con el médico posibles alternativas de tratamiento será suficiente. Y, en ocasiones, dependiendo de los síntomas, se pueden administrar antihistamínicos para aliviarlos.

Mientras, si los síntomas son moderados o graves o no responden a los antihistamínicos, el médico puede indicar la administración de corticoides por vía sistémica (oral o parenteral) o tópica, en caso de que la reacción sea específicamente cutánea y afecte a un área localizada.

En caso de anafilaxia, una reacción alérgica muy grave que puede manifestarse con dificultad respiratoria, caída brusca de la presión arterial, desmayo o hinchazón de labios y lengua, se administra adrenalina por vía intramuscular, lo que provoca una rápida recuperación de la presión arterial y evita el angioedema y el cierre de la glotis, que podría resultar en asfixia si el tratamiento no se administrara a tiempo.

PRUEBAS DIAGNÓSTICAS

Desde la farmacia han insistido en que las pruebas alérgicas que se usan para identificar las sustancias, entre ellas, los medicamentos, a las que una persona está sensibilizada son un método diagnóstico sensible y seguro, que permite establecer un tratamiento correcto.

Al hilo, han aclarado que estas pruebas no sirven para prever si una persona sana o sin antecedentes va a presentar reacciones alérgicas en un futuro. Por ello, están indicadas siempre que se sospeche de una patología alérgica, sobre todo si tiene carácter persistente o grave. Además, deben realizarse con precaución en personas que pueden ser altamente sensibles.

La prueba diagnóstica más extendida en la práctica clínica es el ‘prick-test’ o prueba de punción para investigar la alergia mediada por la reacción de hipersensibilidad inmediata (IgE). También son comunes las pruebas de provocación, que consisten en la administración bajo control médico de dosis progresivamente crecientes, con alimentos o fármacos “sospechosos”, indicadas en algunos pacientes para complementar los datos de la entrevista clínica y las pruebas alérgicas ‘in vivo’.

Vistas: 0

Agregar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.